Empezó un nuevo año y como suele suceder –o al menos a mí
me pasa- uno se pone reflexivo. Hoy
quería compartirles una reflexión sobre cómo me fueron cambiando algunas ideas
desde que soy mamá.
La vida es como un búmeran y no es puro cliché. Cuando somos
hijos tenemos distintos ciclos en la relación con nuestras madres. Por ejemplo,
de chicos nos prendemos a mamá cual garrapata, la seguimos a todos lados, nos
colgamos de su pollera, dejamos que nos vista a su gusto -aunque estemos
ridículos- y lloramos al grito de “¡mamáaaaa!”. Al llegar la adolescencia las
cosas cambian. Ya no queremos que mamá nos llene de besos ¡y menos frente a
nuestros amigos!, odiamos que nos diga “¿cómo vas a salir así vestida?” o el tan
mentado “¡llevá saquito!”.
Hace poco estuve viendo la campaña de Awafrut “Las mamás somos así” y además de reírme muchísimo con cada una de las
publicidades, me sentí identificada con varias de ellas, especialmente con una que
enseguida me trajo el recuerdo de mi madre y las vueltas de la vida: “Mi bebé”
Mi mamá solía referirse a mí como “mi bebé” o “la nena”,
¡aún ya pasados los 30! y yo le decía que no me gustaba que me diga así, y
menos frente a otras personas, a lo que ella me respondía “Para mí siempre vas
a ser mi nena”. Siempre el mismo cuestionamiento de mi parte, y siempre la
misma respuesta de la suya.
Y claro, como les dije al principio, la vida es un búmeran,
porque a medida que vamos creciendo nos damos cuenta de que lo que uno
consideraba como verdad absoluta en una etapa de la existencia, puede
derrumbarse de un momento al otro. Desde que soy madre me encuentro haciendo y
pensando muchas de las cosas que le criticaba a la mía. Ahora entiendo eso de
que “mi bebé” o “mi nena” va a ser así
por siempre, y fantaseo con que nunca llegue el momento en el que mi hija me
diga “¡salí mamá!” cuando la quiera llenar de besos, o que se avergüence de mi
cuando esté con sus amigos. Pero claro, seguro que eso va a pasar y después le tocará
a ella estar de éste lado, y así será por el resto de los días, en las
historias de madres e hijos.
Y aprovechando la mención a mi madre, a quien le encantaba el café, les quiero compartir una receta ideal para hacer en veranito y refrescarnos un poco, un Capuccino Frappé.
- 500 cc agua caliente
- 10 cucharadas Néscafé Dolca Cappuccino
- 4 cucharadas Leche Condensada
- 1 cucharadita canela
- cantidad necesaria Hielo picado
Procedimiento
Paso 1: Preparar el NESCAFÉ Dolca Capuccino y dejar entibiar.
Paso 2: Colocar en la licuadora la Leche Condensada Nestlé, la canela
y parte del hielo.
Paso 3: Verter el capuccino preparado y batir hasta obtener una
buena espuma.
Paso 4: Servir en dos vasos, agregar más hielo y coronar con una
lluvia de canela.
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